Una sola tierra, un único camino, una última oportunidad
- 11 de noviembre de 2022
Han pasado 50 años desde la Conferencia y Declaración de Estocolmo sobre el Medio Humano de 1972; 35 años desde el Informe “Nuestro Futuro Común”, conocido principalmente como Informe Brundtland, y también transcurrieron 30 años desde la Cumbre de la Tierra, mejor conocida como Cumbre de Río; estas conferencias dieron nacimiento a destacadas instituciones, nutridas agendas y célebres días que nos invitan cada año a reflexionar sobre nuestra relación con la naturaleza y sus bienes comunes. Hoy día las principales preguntas en torno a los múltiples desafíos globales giran en torno a ¿dónde estamos?, ¿hacia dónde vamos? y principalmente ¿cómo llegamos allí?
¿Dónde estamos?: Una sola tierra
Tenemos “una sola tierra”. Esta destacada y verás frase se utilizó hace 50 años en la Conferencia de Estocolmo 1972 donde nació el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) de las Naciones Unidas y el mismo día de la conferencia se propondrá posteriormente como el Día Mundial del Ambiente, el cual celebramos cada 5 de junio. Pasaron los tiempos y aún repetimos sin sentido y motivo la frase, pero aún no interiorizamos lo que realmente implica tener una sola tierra.
Pasaron 5 décadas y aún no terminamos de comprender como humanidad que tenemos un solo lugar habitable, un único reservorio de agua y un único suelo, ecosistemas sensibles, especies fundamentales para la vida, mares que nos cobijan y resguardan, bosques y selvas de un valor tan extraordinario como la vida de cada habitante de esta sola tierra. No comprendemos que hemos transformado tanto y en tan poco tiempo a nuestro mundo que en muchas situaciones no encontraremos un punto de retorno a un estado original o cercano a ello, la restauración de nuestros bienes naturales comunes se hace cada día algo lejano, complejo y altamente costoso. Si bien podemos vivenciar que avanzamos drásticamente en muchos aspectos de nuestra vida y de la calidad asociada a la misma, como es la salud, la educación, las sociedades democráticas, la tecnología, la ciencia, el acceso a la información, el crecimiento en diversos formatos, aún no hemos podido visualizar que esto se da en mayor medida a partir de agotar nuestro futuro tomando el capital natural que la propia tierra nos brinda.
Nacimos con el hábito de utilizar los recursos de nuestro entorno, es decir la naturaleza y sus bienes comunes, para poder progresar y desarrollarnos, pero no hemos podido ejemplificar el concepto de desarrollo sostenible del cual hablamos hace más de 3 décadas. Por ello, hoy día, las generaciones presentes piensan en el pasado como un tiempo donde todo era mejor y superador y en el futuro como algo complejo e inestable.
Es muy claro que actualmente convivimos con múltiples realidades complejas, las cuales se tornan integrales y amplían su alcance de impacto por el simple hecho de engrandecer problemas que se encuentran interconectados. Habitamos tiempos difíciles por las múltiples crisis que se articulan. Crisis de biodiversidad, crisis climática, crisis humanitarias, crisis de las instituciones democráticas, situaciones de conflicto y guerra, índices de pobreza y desigualdad jamás visto, niños y niñas en tareas forzosas, mujeres diezmadas por las leyes y las sociedades, y pasan los años, y pasan los tiempos y pasan las cumbres y aún no encontramos soluciones efectivas a los problemas, que mayoritariamente, padecemos hace décadas.
¿Hacia dónde vamos?: Un único camino
Reflexionando sobre todo lo expuesto anteriormente, debemos de analizar, y por consecuencia analizarnos colectivamente, respecto de por qué no logramos comprender o internalizar que somos un ecosistemas interdependiente e integral a nuestro entorno físico y natural. Y de que aún no le hemos puesto fecha de inicio al, tan necesario y de urgente aplicación, modelo de desarrollo sostenible.
Las dimensiones subyacentes al desarrollo sostenible nos convocan una vez más a hacer acciones extraordinarias en comprender que los esfuerzos deben enfocarse en resguardar nuestra casa común para resguardar nuestro futuro, nuestro potencial desarrollo y nuestra humanidad. Antes desafíos comunes la respuesta es muy clara, nuestra labor es común. Todas y todos, todos los sectores, todos los actores y actrices debemos de trabajar mancomunadamente en impulsar una agenda superadora, tan compleja como necesaria para continuar habitando este mundo.
De la misma manera que tenemos una sola tierra también tenemos un único camino. El sendero que nos invita a transitar el desarrollo sostenible es fundamental para los tiempos presentes y futuros. Plasmar en acciones concretas las dimensiones del desarrollo sostenible (social, ambiental y económica) se torna una tarea esencial. Entonces, en resumidas cuentas, el desarrollo sostenible es el único camino que debemos emprender para mejorar el presente y visualizar un futuro mejor.
¿Cómo llegaremos ahí?: Una última oportunidad
Tenemos una sola tierra y tenemos un único camino que es el desarrollo sostenible. Para ordenar estas realidades complejas, estas crisis que se articulan, reorientar recursos, unir esfuerzos, plantear desafíos, articular sectores y actores, entre otros múltiples complementos es que contamos con una última oportunidad que lo representa el cumplimiento concreto y efectivo de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y sus 17 ODS.
Es a través de los 17 Objetivos Globales que alcanzaremos, de una vez y para siempre, el desarrollo sostenible. Estos objetivos y sus 169 metas, cumplidas al año 2030, nos darán como resultado la transformación de la sociedad con el fin principal de no dejar a nadie atrás, finalizando con la pobreza y las desigualdades.
Ante las múltiples crisis, y los puntos de no retorno que los diferentes organismos y estudios nos indican casi diariamente encontramos a través de la Agenda 2030 el plan de acción a nivel global para poner en acciones concretas lo que nos encontramos promulgando hace 50 años a partir de la Cumbre de Estocolmo.
Ya pasaron 5 décadas del día que reconocimos que el crecimiento no podía darse a expensas de la naturaleza y que el esquema de desarrollo y progreso que planteamos era limitado, tanto para la tierra como para la sociedad. Llegó la hora de poner en marcha esta oportunidad, la última que tendremos, de transformar nuestra realidad, para cada uno de nosotros, para cada una de las sociedades, para todos los territorios, para los que están y principalmente para los que vendrás.
La propuesta es clara, y así lo expresó el escritor mexicano Juan Rulfo, “nos salvamos juntos o nos hundimos separados”.
Por Carlos Rodrigo Amanquez - Fundador y Secretario General de la Red Internacional de Promotores ODS (RIPO)