Ciudadanos mundiales por la sostenibilidad: Los ODS, la última oportunidad
- 08 de mayo de 2022
Vivimos en un mundo en el que cada una de nuestras acciones individuales o colectivas tiene repercusiones directas o indirectas sobre el medio natural y social en los ámbitos local, nacional o internacional. Tenemos conciencia de que somos “ciudadanos mundiales” navegando en una misma embarcación, aunque algunos ocupen posiciones en la proa y otros a estribor.
Naciones Unidas (ONU) se ha convertido en el eje motor de las iniciativas en favor de la ciudadanía mundial, y en este ámbito se enmarcan los Objetivos del Desarrollo Sostenible, conocidos por sus siglas “ODS”. Una veintena de años después de la cumbre de la Tierra, los líderes mundiales se reunieron de nuevo en Río de Janeiro (Brasil) en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible (Río +20), y en aquella ocasión los Estados miembros acordaron iniciar un proceso para desarrollar los Objetivos de desarrollo sostenible (ODS), integrando en su paradigma la igualdad de género. Constituyen en la actualidad la hoja de ruta para todos los países y ciudadanos, e implementarlos se ha convertido en el camino que puede llevar a culminar todas las aspiraciones tendentes a conseguir un mundo más igualitario y sostenible que permita asegurar que todas las personas puedan disfrutar vidas prósperas, saludables y satisfactorias, y fomentar sociedades pacíficas, justas e inclusivas.
La Asamblea General de la ONU adoptó en la Cumbre de 2015 la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, un plan de acción a favor de las personas, el planeta y la prosperidad, que tiene la intención de fortalecer la paz universal y el acceso a la justicia. Los Estados miembros de la ONU aprobaron una resolución reconociendo que el mayor desafío del mundo actual es la erradicación de la pobreza y afirmando que sin lograrla no puede haber desarrollo sostenible. La Agenda plantea 17 objetivos con 169 metas de carácter integrado e indivisible que abarcan las esferas económicas, sociales y ambientales, y esta estrategia habrá de regir los programas de desarrollo mundial de los próximos años. Al adoptar la Agenda, los Estados se comprometieron a movilizar los medios necesarios para su implementación y a genear alianzas centradas especialmente en las necesidades de los más pobres y vulnerables. Alcanzar estas metas solo será posible con la participación de la ciudadanía mundial y aquí desempeñan un papel importante los docentes en todas la etapas educativas, incluida la educación superior.
Las universidades de todo el mundo se han sumado al desafío tratando de poner en práctica programas y acciones tendentes a cumplir los objetivos fijados por la Naciones Unidas. Las universidades han tomado protagonismo como agentes impulsores del cambio a través de la enseñanza, la investigación, sus instalaciones y su liderazgo social. Los centros de educación superior pueden dotar a los estudiantes del conocimiento y las competencias necesarias para comprender y abordar los ODS formando a los estudiantes en la investigación del desarrollo sostenible, y potenciar la investigación en este campo para que sea posteriormente trasferida a la sociedad. Se hace necesario concienciar a los estudiantes de los efectos que la acción humana puede tener sobre el medioambiente, frenar la pobreza, accesibilidad a una educación de calidad, luchar por la igualdad de género, conseguir ciudades más sostenibles y contribuir a evitar la degradación del planeta con acciones cotidianas y puntuales. Se trata de que desde el espacio universitario se forme a ciudadanos y ciudadanas responsables con el medio que les rodea, conscientes de la problemática a la que se enfrentan y dotados de herramientas para buscar soluciones.
La situación generada por la COVID-19 ha contribuido todavía más a poner en tela de juicio el actual modelo social y económico poniendo en evidencia la vulnerabilidad de los habitantes del planeta Tierra, tanto de manera individual como colectiva. La pandemia ha afectado a la totalidad de la población mundial destacando las fracturas sociales, económicas y políticas de la mayoría de los países, y en especial el reparto injusto e insostenible de los recursos y del poder que genera importantes fracturas sociales y ecológicas. Quizás el problema más desafiante de nuestro tiempo radica en encontrar el camino para mantener los recursos del mundo y brindar bienestar a una población cada vez más consumista y exigente; por eso, sin duda la introducción de los ODS en el ámbito universitario es un paso adelante. Los estudiantes beneficiarios de estas acciones se vislumbran como ciudadanos responsables, críticos y conscientes de la problemática a la que se enfrentan, dotados de herramientas para buscar soluciones.
La Universidad es un escenario adecuado para que alumnos y alumnas analicen de forma crítica las consecuencias de estas intervenciones, desarrollen la capacidad de interpretar el medio e intervenir en él de forma activa fomentando en especial el pensamiento crítico, pongan en valor el medio natural que lo acoge y a la larga modifiquen su capacidad de interactuar con el medio físico. En coherencia con estos retos, la Universidad de Murcia (UMU) se ha comprometido activamente en la difusión de la Agenda 2030, iniciando desde febrero de 2019 el proyecto ODSESIONES, con el que se pretende aumentar el nivel de concienciación de la comunidad universitaria y contribuir a la transformación del entorno más próximo mediante acciones de intervención real. Se han realizado hasta el momento 470 acciones a las que han asistido 25000 personas.
Carmen Sánchez Fuster, profesora de Didáctica de las Ciencias Sociales de la Universidad de Murcia
Fuente: La Opinión de Murcia